17.3.06

LA VIDA POR DELANTE

OTRO 11 QUE MARCA LA HISTORIA.

por María Elena Wood.
(Artículo Publicado el 11 de Marzo del 2006 en la Revista del Sábado de El Mercurio de Santiago.)

¿Qué le está sucediendo a este país, a nosotros los chilenos y a esta mujer para hacer posible un desenlace que estaba fuera de todo plan político o personal?
Hoy es un día que marcará a fuego la historia de Chile del siglo 21. Michelle Bachelet Jeria, hija del general Alberto Bachelet Martínez, quien murió humillado y torturado un 12 de marzo de 1974 en la cárcel pública de Santiago, mientras esperaba ser procesado por traición a la Patria, ingresará a La Moneda como la primera mujer Presidenta de la República.¿Qué le está sucediendo a este país, a nosotros los chilenos y a esta mujer para hacer posible un desenlace que estaba fuera de todo plan político o personal? ¿Cuáles fueron las fuerzas capaces de generar una realidad que aún tiene sorprendido a medio Chile y a medio mundo? ¿Cómo la mayoría de los chilenos decidieron poner a la cabeza de la Nación a una mujer separada, socialista, agnóstica y víctima de la dictadura? Mirando hacia atrás, el primer atisbo de respuesta la dio ella misma en una conversación que sostuvimos siendo ella ministra de Defensa. No recuerdo cuál fue mi primera pregunta, pero sí se me quedo grabada su respuesta: “Al destruir mis prejuicios, me encontré con mis raíces”, dijo mientras recorría cómoda la oficina desde donde comandaba a las mismas instituciones armadas que treinta años antes habían aniquilado su mundo de seguridad afectiva y hecho trizas su proyecto de vida.Para llegar hasta ahí, Michelle Bachelet había recorrido un largo y solitario camino, donde en algún momento, no sé cuando, debe haber tenido que optar entre quedarse pegada a los dolores y rencores del pasado, o simplemente hacerse cargo de su historia y saltar con esa mochila hacia el futuro. Más pistas. En otra entrevista, la en ese entonces ministra de Defensa confesó: “No soy un ángel No he olvidado. El dolor permanece. Pero lo he tratado de encauzar a una esfera constructiva. Lo que sucedió en Chile fue tan doloroso, tan terrible, que no podría querer que nadie volviera a padecer lo que nosotros vivimos”.Ángeles y demonios. Por tratar de tener la razón, muchas veces los seres humanos les asignamos la marca del bien a aquellos que están afectiva o ideológicamente con nosotros y designamos como representantes del mal a aquellos que nos han hecho daño y seguimos percibiendo como una amenaza.Durante muchos años, Chile fue un país de ángeles y demonios. Siendo el miedo y la rabia de unos y otros, y la negación y soberbia de muchos, tierra fértil para la intolerancia. Todo, abonado y propiciado por el mayor de los males en una sociedad: la impunidad.¿Se puede vivir creyendo que el mundo se divide entre ángeles y demonios? Claro que se puede, parapetado como un sobreviviente siempre alerta a que el enemigo vuelva mostrarnos sus dientes. ¿Se puede construir un futuro? Difícil.En estos 16 años de democracia han sido muchos los gestos y acciones concretos que nos han permitido ir reencontrándonos. Han sido voluntades personales e institucionales, que sin ingenuidad con valentía, han depuesto sus barreras defensivas para reconocer en el otro a un interlocutor, distinto pero válido. Algunos han actuado obligados por las circunstancias más que por convicción, pero igual lo han hecho. El temor al otro persiste, pero se va atenuando.Quiero creer que nada de esto hubiese sido posible si los chilenos, en nuestra esencia, no hubiésemos sido una sociedad democrática. Con carencias, egoísmos, desigualdades y temores que en algún momento hicieron pensar a unos que había otros que no tenían cabida en el país más justo o más próspero que querían construir. Un país dividido en ángeles y demonios. Una familia quebrada que sólo puede reconstituirse cuando sus integrantes dejan de estar obsesionados con demostrarle al otro que tienen razón y revisitan el pasado, con la decisión de entender y aceptar que hubo unos que cometieron actos gravísimos, otros que se equivocaron y muchos que fueron profundamente dañados.Si algo he aprendido observando en estos meses a Michelle Bachelet, es que para los seres humanos y las sociedades es imposible saltar al futuro sin reencontrarse con las raíces y mirar de frente la historia pasada.

1 Comments:

At 4:21 p. m., Anonymous Anónimo said...

Interesante perspectiva. Pero aún quedan muchos Angeles y Demonios.

 

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