17.1.06

Política y violencia terrorista


Hace algunos días leí una entrevista a Raúl Sohr a propósito de un reciente libro que publicó sobre el terrorismo. El enfoque que hace el autor, quien me merece el mayor respeto y me parece un excelente comentarista internacional, sobre la violencia terrorista me pareció sorprendente porque muestra una cierta relativización de la violencia. Esto me ha incentivado a escribir este comentario.

La idea central es que no hay argumento político que justifique la violencia.

La violencia es propia del ser humano en tanto propia de la naturaleza. Existe, pero eso no significa de ningún modo que sea positiva o que se le pueda encontrar un aspecto positivo.

En términos muy generales podemos decir que el bien se origina en el mal, en sentido que primero existe el mal y a partir del mal, por intervención de elementos racionales y racionalizadores, se origina el bien. Pensar que el mal se origina en el bien es ilógico ya que el bien, en tanto tal, no puede dar origen al mal, no tiene cualidades para originar el mal. Por esto, sólo es posible que el bien se origine en el mal. Y el punto de inflexión lo produce el elemento razón que interviene en el mal, estimando la necesidad de cambio, y originando el bien.

Si concordamos en que el bien se origina en el mal, podemos concordar con filósofos políticos, como Hanna Arendt y Karl Schmidt, que sitúan el origen de la política, más o menos, como "la continuación de la guerra por otros medios". La política surge como encausamiento racional de la guerra. La guerra, en cuanto forma de resolver las discrepancias, es la forma de relación interhumana menos civilizada y por tanto, más primitiva que existe. Se busca la aniquilación del contrario.

La política en este sentido es un estadio superior de desarrollo del ser humano. En un momento del estado de guerra intervino la razón y buscó poner fin a la violencia.

En algún momento de la guerra intervino la razón y llevó a los seres humanos a aplicar la razón para resolver los conflictos: en ese momento nació la política como forma superior de interrelación de grupos antagónicos o discrepantes. En el ámbito político no buscamos la aniquilación física del contrario, que en ese caso puede buscar la nuestra también, buscamos la aniquilación argumental del contrario. Las balas se reemplazan por las palabras. En este sentido, la violencia es la antítesis de la política. Y aún más, la violencia es profundamente antipolítica. Por esto no se puede mezclar política con violencia.

Cuando la violencia sustituye el accionar político es que estamos retrocediendo a estadios de barbarie propios de períodos prepolíticos. La violencia puede encontrar una cantidad de causas de origen, pero no tiene justificación política.

Creo que esta diferencia se debe resaltar en forma permanente así como permanente es la necesidad de mantener el accionar político frente al permanente embate de las fuerzas de la barbarie. La política es una creación humana y por tanto presenta deficiencias y es perfectible, pero es el único camino que nos aleja de la barbarie. En este sentido, a veces nos encontramos con ejemplos positivos como es el caso del paso dado por el IRA en orden a dejar las armas y tomar el camino de la política o las palabras para continuar su lucha.
Claudio Muñoz Ruiz
Arquitecto

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