1.11.05

LOS ANTAGONISMOS

INTRODUCCION

De antemano debo hacer la salvedad de que, en aras de la extensión del artículo, muchos de los conceptos mencionados se esbozarán sólo en general. Por otra parte esta es una reflexión sujeta a modificaciones u observaciones que serán acogidas con el mayor entusiasmo desde el momento que la discusión y la discrepancia son el tema de este artículo.

Hoy en día es frecuente encontrar personas ligadas al quehacer político que promueven los consensos como la panacea política más moderna y actual, como la única visión política a la que podemos recurrir, como si fuera el último descubrimiento y presentándola a su vez como el camino ineludible y exclusivo que permitirá al país avanzar en el desarrollo y el progreso. Lo interesante es que el concepto de consenso en boga es más bien la idea de evitar la discusión antes que llegar a consenso tras una profunda discusión, que sería la idea política del consenso. Es más bien la concepción del consenso en su acepción mas superficial posible, es el no discutir. El problema es que este tipo de consensos, que se promueve como a tono con la época que vivimos, es un camino seguro de despolitización y eso creo que es muy peligroso.

En el campo de la cosa pública ha entrado la visión del marketing, la arena política se ha impregnado de elementos, procesos y criterios propios del campo de la economía, y en ese entorno el ciudadano es enfrentado por los políticos como un consumidor. En este plano se ve como más dúctil un ambiente neutro, sin discordancias, sin voces estridentes que alteran la melodía de fondo que es más bien insípida. El mismo ciudadano tiende a sentirse más bien un consumidor, haciendo valer más sus exigencias como si fuera un consumidor de lo público que desarrollando sus deberes como un ciudadano que plantea sus puntos de vista. Tal vez es más fácil y cómodo no asumir los deberes ciudadanos si los derechos ciudadanos, que van paralelos, al parecer de todas maneras se mantienen. El problema, no menor, que se nos plantea es que a esta altura de la historia sabemos que ningún derecho se mantiene sólo per se.

CIUDADANIA Y ESPACIO POLITICO

Rehuir los antagonismos es un elemento, entre otros, que conduce a una despolitización del espacio ciudadano. Y la despolitización del espacio ciudadano puede dar origen a problemas bastante complejos.

Como primer acercamiento trataré de definir el concepto de ciudadano para lo cual recurro a algunos clásicos empezando por Aristóteles, el padre de la filosofía política. Junto al ciudadano debemos tratar, en términos generales, el campo de la política que es donde se hace el ciudadano.

En términos clásicos, para Aristóteles el político era "EL" ciudadano. La política clásica no establecía ninguna separación entre ciudadanía y política.

El ciudadano sólo se define por el ejercicio de la función pública que es para Aristóteles la función política. "El rasgo eminentemente distintivo del verdadero ciudadano es el goce de las funciones de juez y magistrado". Con ello Aristóteles quería decir que en el ejercicio de la función pública se demuestra la plena función de la condición ciudadana. Respecto de ésta, escribió: "el ciudadano para nosotros es un individuo revestido de poder y basta por tanto gozar de este poder para ser ciudadano" Demás esta decir que en los tiempos de Aristóteles no cualquiera era ciudadano, pero eso ya es materia de otro costal.

Ciudadanos en términos finales son, para Aristóteles, los hombres libres. Libertad frente a las urgencias de la vida y libertad de espíritu. De este modo ciudadanía se asocia indisolublemente al concepto de libertad, y sólo se hace posible en un medio libre. Es decir, el ciudadano es una persona libre, que está revestido de poder por cuanto ejerce derechos políticos en la polis. El campo de crecimiento del ciudadano es el escenario político, y la condición ciudadana depende del desarrollo de este escenario. No se entiende un ciudadano en un medio no político. Dicho de otra forma, la existencia de un espacio político es condición necesaria para la existencia del ciudadano, y a su vez, la sociedad civil compuesta por ciudadanos es requisito para la existencia de la política.

Esta relación se origina justamente en el hecho de que por una parte el ciudadano detenta un poder de decisión y por otra es el espacio político el campo donde se zanjan las diferencias entre las personas, donde se dirimen los conflictos y las pugnas de poder. Fuera del campo político sólo se encuentra una oscuridad donde las diferencias se zanjan por medio de la violencia. Ahí el ciudadano no tiene un medio para existir. Recordemos a Kant que escribió que la política no viene de la política sino de la guerra. Parafraseando a Von Clausewitz podemos decir que la política es la continuación de la guerra por otros medios, medios pacíficos donde se manifiesta el ciudadano.

Una característica importante de nuestra Era de la Informática y de este conjunto de procesos interrelacionados que dan forma a la globalización, es que marcan una fuerte presencia de la economía en nuestros espacios públicos, y la política, en cuanto práctica esencialmente propia de los espacios públicos, tiende a teñirse con este tinte económico.

En los tiempos globales que vivimos a menudo se cree que la política ha sido desplazada por la pura razón económica. Las teorías surgidas en torno a la globalización, en general, refuerzan esta idea.

Una de las teorías en boga es la Teoría del globalismo. El globalismo, en cuanto ideología de la globalización, es consustancial a uno de los paradigmas más caros a la modernidad. Dicho paradigma, en primera instancia cartesiano, parte de la premisa de que todo hecho o proceso tiene una "causa externa", inmóvil e irreductible a todo tipo de cambio, como puede ser la economía, el mercado mundial o la propia globalización. Esta teoría, en tanto basada en un paradigma determinista deja a la política "fuera de juego", por cuanto el desarrollo del hecho histórico obedece a causas externas. En general casi todas las interpretaciones del fenómeno de la globalización, liberales o neomarxistas, refuerzan esta creencia del desplazamiento de la política.

Pero en la practica cotidiana observamos que la política persiste, y es lo más alejado que puede haber a una "causa externa", inmóvil e irreductible a todo tipo de cambio.

EL ANTAGONISMO Y LA DISCREPANCIA

En este contexto, uno de los elementos de importancia que surge dentro del campo político es el tema del tratamiento de las discrepancias y los antagonismos. Las concepciones liberales, y las neomarxistas también, eluden los antagonismos a partir de su reducción de la política a la causa económica. Curioso es que políticos de experiencia se suman a esta concepción siendo que el antagonismo y la discrepancia son elementos considerados claves por importantes filósofos políticos.

Carl Schmitt, filósofo político alemán de principios del siglo XX, postula que la ausencia de antagonismo debilita tanto la política como las costumbres, de ahí que para él, la tensión política es condición de vida ciudadana. Schmitt escribe que para evitar la corrupción disolutiva de los pueblos se requiere de una repolitización constante de sus relaciones antagónicas.

Los ciudadanos que no manifiestan su voluntad política no tienen canales de expresión para expresar sus opiniones antagónicas, sus voluntades, sus pasiones. Es difícil desconocer que los antagonismos existen, son reales y no se deben esconder. Esconder los antagonismos es acumular presiones que después pueden estallar en forma imprevisible.

Los regímenes dictatoriales son esencialmente antipolíticos justamente porque buscan principalmente suprimir el espacio que permite la libre transferencia de las ideas, pasiones, voluntades y deseos de los ciudadanos. Hanna Arendt decía que sin el mundo público, desde donde nace la política - actividad que por ser humana siempre es precaria e imperfecta - las colectividades regresan a la barbarie. Cuando la caída en la barbarie tiene lugar en tiempos modernos esa barbarie puede ser organizada en forma de empresa, con las metodologías de la administración moderna. La historia reciente en nuestro país y en el mundo nos ha mostrado que se puede ser bárbaro y moderno a la vez.

IMPLICANCIAS DE LA DESPOLITIZACIÓN

Qué podría implicar el desplazamiento de los antagonismos por consensos artificiales? Los peligros que conlleva este camino de abandono del espacio político son significativos. La despolitización aleja la política como medio de intercomunicación de subjetividades múltiples.

Maquiavelo advierte que la peor de todas las corrupciones es la corrupción de los pueblos, es decir la pérdida de la condición política de los pueblos. Como también lo percibió Montesquieu, la pérdida de la condición política de los pueblos tiende a manifestarse no sólo en una corrupción de la política sino también de las costumbres. Y esa corrupción-decadencia lleva necesariamente a formas políticas autoritarias o derechamente a la negación de la política mediante el establecimiento de dictaduras.

Dicho de otra forma, la masa dedicada a funciones puramente económicas como el consumo, la abstención política de la ciudadanía, o la sociedad civil convertida en un simple amontonamiento de individuos absolutamente descoordinados entre sí dejan el campo libre a la aparición de las formas autoritarias de Gobierno.

Un Parlamento muy bien dotado puede convertirse en instancia dictatorial cuando los ligamentos que dan forma a la representación se encuentran disueltos o destrozados. La Ley y la Constitución sin política ciudadana pueden llegar a ser instancias dictatoriales pese a todo su fervor constitucional.

FORTALEZCAMOS EL ESPACIO POLITICO

La humanidad descubrió la política cuando dos enemigos al pie de sus familiares muertos convinieron en que yo no sigo matando a los tuyos y tú no matas a los míos. Resolveremos nuestros conflictos por la vía de la palabra. En ese momento intervino la razón en el espacio donde reinaba la barbarie.

Pero esto no significa que los antagonismos desaparecen, sino que se da otro cauce de salida a estos antagonismos que son, por lo demás, inherentes a la existencia de individuos pensantes, deseantes, con voluntad propia.

Uno de los primeros derechos conquistados por el hombre es el derecho a la vida, y consustancial a ello, la humanidad desarrolló, a través de la intervención de la razón, el derecho a la resolución de los conflictos por la vía política en vez de la guerra. La política es una creación humana por tanto tiene imperfecciones y se encuentra en permanente evolución, pero es el único escenario que nos aleja del abismo oscuro en que desembocamos cuando perdemos la capacidad de enfrentar los antagonismos por medio de la palabra.

La responsabilidad de los hombres libres es buscar el fortalecimiento del espacio político en la sociedad.

Claudio Muñoz Ruiz
Arquitecto

1 Comments:

At 11:04 a. m., Anonymous Anónimo said...

Claudio, felicitaciones por tu análisis. Es de mucho provecho el reflexionar sobre cuestiones vitales para la consolidación de una sociedad sana.
La mayoria de las personas, a quienes les debiera corresponder asumir un rol protagónico en la vida nacional, hoy asumen que la política envuelve acciones de corrupción, de aprovechamiento del poder para fines propios por parte de los mandatados a ejercer un cargo público. Lo anterior, más los años de dictadura han asesinado el concepto de participàción ciudadana y de política cono asunto superior para definir los rumbos del estado y la sociedad nacional.Por lo anterior,
el actuar de las fuerzas progresistas debe estar centrado en fomentar la participación y el análisis. Pero por sobre todas las cosas de ejercer Gobierno en forma clara y transparente para beneficio de la sociedad nacional y olvidarse que los cargos a ejercer son de servicio y no de fama.

 

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